jueves, octubre 26, 2006

El té, la bebida más vieja del mundo, no deja de sorprender por sus beneficios

Diversos estudios ya habían demostrado su capacidad de reducir la incidencia de una variedad de cánceres, incluyendo el de colon, páncreas y estómago. Recientemente investigadores suecos descubrieron que si se ingieren por lo menos dos tazas de té al día se podría disminuir el riesgo de cáncer de ovario en un 50 por ciento.


Cuenta la leyenda que un día Buda, mientras meditaba bajo el árbol Bodhi, “vio” la imagen de la triste condición del hombre, destinado al sufrimiento, la enfermedad, la vejez y la muerte. Comenzó a llorar. Exactamente en el suelo donde cayeron sus lágrimas surgió el arbusto del té, una reconfortante bebida que traería consuelo físico y espiritual a los hombres. Desde entonces, l a tradición asegura, y la ciencia demuestra, que la bebida más vieja del mundo –cinco mil años de edad confesados– puede no sólo mantener joven a quien la consume, sino también reducir el riesgo de padecer algunas enfermedades.

Con más de doscientos componentes químicos y orgánicos, tomar té proporciona una alta cantidad de elementos positivos para la salud y ayudar a reducir, por ejemplo, el cáncer de ovario. Especialistas del Instituto Karolinska descubrieron que si se ingieren por lo menos dos tazas de té al día se podría disminuir el riesgo en un 50%. En cambio, las encuestadas que tomaron esta bebida una vez al día redujeron el riesgo en un 24%.
¿Las razones de tremenda conclusión? Según los científicos suecos, los antioxidantes que hay en la infusión pueden ser la razón de estas propiedades benéficas. El estudio, publicado recientemente en Archives of Internal Medicine, se basó en las encuestas a 61.057 mujeres entre los 40 y 76 años sobre sus hábitos alimenticios desde 1987 a 1990; y se les hizo un seguimiento hasta diciembre de 2004.

Pero esta no es la única investigación que vincula al té y a sus beneficios frente al cáncer. Son cada vez más los estudios clínicos ( tanto en el hombre como en animales) que sugieren que el consumo regular de té puede reducir la incidencia de una variedad de cánceres, incluyendo el de colon, páncreas y estómago. Además se ha evaluado una nueva propiedad a las muchas que le son atribuidas: un extracto de su variedad verde puede mejorar la calidad de vida de los enfermos de una forma particular de leucemia llamada linfocítica crónica, que afecta a los linfocitos B y causa inmunosupresión, una insuficiencia de la médula ósea e invasión de células malignas en otros órganos.

Pero el té no sólo tiene propiedades que ayudan en casos de cáncer. Según la medicina tradicional china también “ e stimula la visión, elimina la grasa, refresca la mente, elimina el calor y las toxinas, reduce el sueño, calma el espíritu y elimina la angustia, fortalece los dientes, estimula la diuresis, elimina la flema y preserva la salud ”. A esto hay que agregarle que no todos son iguales o sirven para lo mismo.

Y no hace falta ser inglés para saber que hay cuatro tipos principales de té, con múltiples variedades que dan lugar a más de 3000 tipos de té en todo el mundo. Está el té blanco, que se obtiene por recolección de las yemas nuevas antes de que abran que se dejan marchitar para que se evapore la humedad y se desecan. Su principal característica es la alta capacidad antioxidante, debido a la rápida recolección de las yemas. Está también el té no fermentado, cuyo ejemplo más conocido es el té verde. Esta variedad se obtiene al dejar secar la hoja para luego aplicar un tratamiento térmico (cocción al vapor y secado al fuego) que detiene la fermentación de las enzimas y así evita la descomposición de las hojas. Entre sus propiedades se pueden mencionar el buen complemento dietético debido a su alto contenido en Xantinas (ej: teína o cafeína) y polifenoles (ej: catequinas), que disminuye el colesterol y los triglicéridos, protege contra la arteriosclerosis; disminuye el riesgo cardiovascular; la grasa corporal y regula el nivel de insulina en sangre.

También existe el té rojo o marrón semifermentado. Es un tipo que se encuentra entre el té verde (no fermentado) y el té negro (fermentado) y se obtiene por recolección de las hojas del árbol Camelia Sinensis, a las cuales se le aplica un breve secado al aire libre, para después pasar a un secado mas prolongado en una habitación cerrada, extendidos los brotes tiernos del arbusto. Sus cualidades incluyen un efecto protector del Sistema Cardiovascular, es beneficioso en la prevención del cáncer y tiene propiedades antioxidantes.

Por último, existe el té f ermentado o negro, con mayores propiedades aromáticas que el resto. Por regla general, el proceso de elaboración consta de cuatro etapas bien diferenciadas: marchitamiento, enrollado, fermentación y secado. Esta variedad ayuda a la relajación de los vasos sanguíneos, debido a su contenido en flavonoides y colabora en la no oxidación del colesterol "bueno". A su vez previene las caries dentales y protege el sistema cardiovascular.

Desde hace algunos años el té es objeto de estudio de muchos científicos por sus efectos beneficiosos sobre la salud. No hay que olvidar sus componentes minerales como sodio, potasio, níquel, cobre, hierro, silicio, aluminio, magnesio, fósforo y calcio, aunque algunos de ellos se pierden con el envejecimiento de las hojas como también la presencia mínima de vitaminas pero que constituyen un enriquecimiento de la bebida al contener del tipo A, B, C, E y P. A esto hay que sumarle sus componentes más conocidos y los más apreciados por su efecto: la teína o cafeína. El té parecería presentarse como un “combo para la salud”; sin embargo los científicos advierten que se necesita más investigación para probar los resultados a mayor escala y averiguar si hay efectos secundarios. Sólo resta esperar los próximos trabajos.

Mariana Nisebe / Diario Clarin / Argentina 2006

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